Todos están de acuerdo que la familia es el “pilar fundamental de la sociedad” sin embargo tenemos que reconocer que el concepto histórico que teníamos de la familia está en crisis, incluso me atrevería a decir; en grave riesgo. Esto se debe entre múltiples razones primero a los constantes cambios tecnológicos y sociales, en segundo lugar al ritmo acelerado de la vida moderna, y en tercer lugar a la violencia que es producto de la insatisfacción y al inconformismo.
La desorientación de las familias modernas se debe principalmente a la falta de dirección espiritual y propósitos claros por parte de sus progenitores. Son numerosos los casos de madres solteras, parejas divorciadas, niños abandonados y hogares resquebrajados por los efectos de un estilo de vida sin fe, sin amor y sin temor de Dios.
La familia moderna se está deteriorando y existen dos extremos que están contribuyendo en ese proceso de desintegración. Primero la falta de disciplina (Proverbios 23:13) y segundo el abuso de los padres al querer aplicarla (Efesios 6:4); y de ese tema hablaremos en el próximo artículo.
Me gustaría terminar retomando lo que apareció en cierta publicación acerca de la condición de nuestra sociedad hoy en día: “Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas. Tenemos más compromisos pero menos tiempo. Tenemos más medicina pero menos salud. Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado. Hemos llegado a la luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino. Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior. Tenemos mayores ingresos pero menos moral. Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría. Con más comida, pero menos nutrición. Son días en que llegan dos sueldos a la casa, pero aumentan los divorcios. Son tiempos de casas más lindas, pero hogares rotos”
¡Qué lamentable!, pero todavía tenemos esperanza en las promesas de Dios, en el Salmo 62: 8 leemos: “Esperad en EL en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de EL vuestro corazón; Dios es nuestro refugio”.
Carlos E. Guerra M.
Iglesia “Sembrador de Vida”
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